Ser mujer...es más que ser solamente mujer.
El día Internacional de la Mujer
En 1977 la Asamblea Ganeral de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 8 de marzo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer.
Una lucha, por la igualdad de los derechos civiles, laborales, sociales, legales entre quienes tenemos la fortuna de ser mujeres.
Esta conquista nos ha permitido ser partícipes activas en el mundo laboral, tener voz y voto y la gran fuerza que antaño estaba silenciada, se oye hoy más fuerte que nunca.
Transformarse y trasformar
Ya se habla del cambio de paradigma. El modelo de sociedad que primó hasta mediados del siglo pasado, en lo que engloban en ello, creencias, valores, juicios y prejuicios, está dando un cambio radical.
Al menos a lo que se refiere al Hemisferio Occidente de nuestro planeta, las últimas décadas del siglo XX y muy particularmente este siglo XXI torna su mirada hacia la mujer permitiendo que entregue sus talentos, dones y también su gran poder al mundo público. Los cargos y trabajos que eran una característica entereamente masculina ya no lo son.
En este nuevo siglo en el que vivimos, comenzamos a encontrar tipos de estilos de administración en el que la mujer está inserta en la sociedad en forma activa y preponderante.
Sin embargo, el nuevo rol también ha producido que el equilibrio aún no sea integrado, ya que este forma de vida hace que muchas mujeres hoy en día sean jefas de familia, que la vida en pareja sea más desechable y menos tolerante, cumpliendo entonces el rol masculino-femenino, con ello, la inestabilidad emocional de quienes están a nuestro cuidado.
La identidad natural femenina, ayer dueña de casa, a cargo del cuidado de la familia, madre, esposa, cuyo desarrollo de la facultad de recepcionar, escuchar, empatizar y muy especialmente acompañar, haya sido el de ser la artífice pero no protagonista de la familia. Todo esto dentro de un patriarcado.
Hoy en día, la mujer asume el rol masculino con hidalguía, fuerza, tesón y empuje característico pero en desmedro de la comprensión de las emociones, fortalezas, necesidades y motivaciones espirituales propias, que influye ampliamente en los ambientes en que nos desempeñamos y sobre todo en el seno de nuestro hogar, lo que hace que esto nos pase la cuenta.
El estar inmersa en el ámbito laboral, la preocupación por el pago de las cuentas, préstamos, intereses, deudas, en general, los aspectos más concretos del día a día, que antes mayoritariamente, eran tarea del rol masculino; sumado a la gran significación que se le da en estos tiempos, a la juventud y belleza física, nos está haciendo obviar, la profunda importancia que tiene el mundo emocional y espiritual, la autoconsciencia y el noble e importante papel que desempeñamos, el cual poseemos naturalmente, que es la inmensa influencia en la crianza de nuestros hijos, la educación que no está a cargo de las escuelas ni universidades; sino ese adquirido dentro del hogar, las convicciones, la búsqueda de lo que perenne, los valores que no se transan con dinero, aquellos que nos permiten ser mejores personas, sin lugar a dudas, la fórmula para el verdadero éxito. Por ello, muchos hombres (como género) están despertado estas características, el potencial del lado femenino del varón, bloqueado, curiosamente, por las propias mujeres. Hoy en día en los albores de este siglo XXI , el desarrollo de estas cualidades se incorporan a pasos agigantados, para ajustarse a estos cambios, aunque esto aún no es comprendido en su magnitud, ya que es parte de la evolución del ser humano. El desarrollo de la mujer y su lucha civil es la gran consecuencia de ello.
El deber de seguir....
Ahora una nueva contienda estamos viviendo, nuevamente dispuestas a emprender: lograr, no solamente la igualdad sino lo que significa el equilibrio, encontrar la armonía, la significativa y real importancia que es encontrar la paz y estabilidad de nuestra alma, una tarea que ya estamos comenzando a conquistar.
Dedicada especialmente a mis mejores amigas, grandes mujeres.